martes, 30 de septiembre de 2008

Etapa 10: Ponferrada - Triacastela (72 km)

YA ESTAMOS EN GALICIA!! Y eso significa que el último gran escollo, el Cebreiro, ha sido superado.
La mañana no empezó del todo bien. Luis tenía la rueda trasera pinchada y nuestro único bombin no funcionaba. Tuvimos que buscar la gasolinera más cercana para inflar la rueda y no salimos de Ponferrada hasta las 9:45.
Poco que destacar del camino hasta el Bierzo a parte de que no me notaba al 100% después de la movida jornada de ayer y de no haber dormido demasiado bien. En este trayecto se me pasó varias veces por la cabeza quedarnos en Villafranca del Bierzo y dejar el Cebreiro para mañana. Tras un café y un bollo ya se veía todo de forma diferente y nos lanzamos hacia el Cebreiro no sin antes comprar el último bombin que quedaba en la única tienda de bicicletas de Villafranca.
El camino hacia el Cebreiro es curiosamente llano y lo recorrimos a una media de más de 20 km/h. Transcurre por el arcen de la nacional pero muy bien protegido por una mediana como las de las autopistas.
Durante este tramo conocimos otro de esos personajes que sólo pueden aparecer en el camino. En un momento que dudabamos sí nos equivocaramos de dirección vimos venir hacia nosotros un peregrino de unos 70 años. Cuando le preguntamos sí íbamos bien dijo que sí, que él venía de vuelta. Nos pusimos a hablar y nos contó que se llamaba Máximo y que había hecho el camino del norte y ahora volvía a su casa de Barcelona por el camino francés. Pero este no era su viaje más largo, en el 2000 fuera de Barcelona a Jerusalén andando lo que le llevó 9 meses. Ahora su proyecto era en febrero comenzar la peregrinación a Santiago desde Jerusalén para llegar a la apertura de la puerta santa en 2010. Estuvimos hablando casi media hora durante la cual nos contó unas historias impresionantes. Además nos aconsejó subir por la ruta de bicicletas al Cebreiro.
Tras despedirnos seguimos nuestra aproximación al Cebreiro. Poco a poco íbamos alcanzando los pueblos que tantas veces había leído en la guía: Trabadelo, Valcarce, Ambasmestas, etc. A la par que nos acercabamos iba notando como la adrenalina fluia cada vez más por mi cuerpo haciendo desaparecer todo vestigio de cansancio. Así llegamos al momento de la decisión: la flecha marcaba a la izquierda peregrinos y a la derecha bicigrinos. Aunque días antes estaba decidido a intentar el camino de peregrinos tantas opiniones en contra equilibraban la balanza (de hecho se lo pregunté a propósito a todos los que vi con experiencia y todos fueron unánimes al recomendar subir por carretera). Finalmente fueron estas recientes palabras de Máximo las que nos llevaron a decidirnos: "sí subis por el camino vais a terminar subiendo primero las mochilas y volviendo luego por las bicis". Así pues comenzamos una larga ascensión por asfalto donde el único reto era completarla sin poner pie en tierra. Tengo que reconocer que aunque conseguí ese reto (dejando al lado el tiempo justo de coger un agua fría de una máquina expendedora) hubo varios momentos en los que seguí pedaleando más por honor que por fuerzas. Eché mano del sobre de glucosa que traía como arma secreta y aunque no estoy seguro creo que funcionó.
Tras una hora de duro ascenso llegué al pequeño pueblo del Cebreiro (pueblo por llamarle algo pero no me pareció que hubiera viviendas sino sólo comercio para los peregrinos). Como Luis se había quedado un poco atrás decidí esperarlo ya en tierra gallega de la mejor forma posible, degustando una estrella galicia. Esta es la foto que he escogido para este post.
Luis llegó al cabo de pocos minutos y nos dirigimos al albergue en busca de una merecida ducha. Aquí el primer encontrónazo con na madre tierra gallega. Tras no tener problemas en ningún albergue del camino fue el primero que nos negaron la entrada hasta las 19 por ser ciclistas. Decepcionados decidimos comer y seguir camino hasta Triacastela. Aquí vino nuestra segunda decepción con Galicia. Las indicaciones, aunque suficientes, eran mucho menos numerosas que en otras regiones y en los primeros compases la falta de señales o flechas nos llavaba a dudar de nuestra ruta.
Luego de superar una "pequeña" subida llegamos al alto de San Roque. Faltaban todavía unos 17 km hasta Triacastela y la guía de la Xunta de Galicia que venimos siguiendo indicaba que sólo quedaban bajadas. Pues bien, se olvidaron de una subida en tierra muy dura y bastante larga que entre el cansancio de la mañana y que estaba haciendo la digestión del menú tomado en el Cebreiro hizo que por primera vez en este camino tuviera que rendirme y empujar penosamente la bici durante los últimos 200 metros de subida. Tras ello volvimos a la carretera para emprender una rauda bajada durante unos km hasta que faltaban aproximadamente 7 para Triacastela.
Aquí prestad atención todos los amantes de la bicicleta de montaña. Justo tras los carteles que anuncian el municipio de Triacastela cogimos un desvío a la derecha que nos llevó a una impresionante bajada de 6 km que transcurre por corredoiras, caminos de piedras, otros con charcos y ríachuelos, aldeas típicas pero todo ello con el denominador común de no dar una pedalada ni tocar asfalto en esos 6 km. Junto con la bajada de la cruz de ferro otro punto que tengo que repetir. Eso sí, tras lo de ayer hoy bajé mucho más suave parando incluso a la mitad para dejar enfriar las zapatas y las llantas que quemaban.
En Triacastela el albergue municipal estaba lleno y nos quedamos en uno privado llamado "Berce del camino". Cuesta 7€ y está bastante bien. Recomendable.
No me extenderé hoy tampoco con las conclusiones pues ya tengo ganas de descansar tras el largo día. Sólo decir que hay veces en la vida que uno tiene que seguir su instinto y hacer lo que cree aunque el resto de la gente no este de acuerdo. Puede que no fuera la opción adecuada pero al menos uno quedará en paz consigo mismo por haberlo intentado. Hoy subí por carretera por seguir el consejo del resto del mundo. Puede que nunca sepa sí hubiera sido capaz de subir por el camino y ello será una espina que llevare clavada. Todo por no seguir lo que el corazón me pedía.
En el camino como el la vida cada uno tiene que hacer lo que su interior le dice que es lo correcto. Sí no lo haces no te encontrarás bien contigo mismo y eso es lo peor porque uno mismo es la única persona con la que seguro que tienes que "convivir" toda la vida.
El camino nos enseña muchas cosas. Espero poder aprender las máximas posibles.
Os deseo a todos y todas buenas noches y buen camino.

PD. para Emilio: Sí, dejé mi pequeña piedra en la Cruz de Ferro. Se que debería ser de un tamaño proporcional a mis pecados pero creo que compenso eso con el lastre de las cosas que he traído de más.

Etapa 9: Astorga - Ponferrada (59 km)

Finalmente sí ha sido la dura jornada que se preveía pero no por su exigencia física sino por los imprevistos mecánicos.
Comenzamos el día con un energético desayuno de café, zumo de naranja y churros en un bar cerca del ayuntamiento. Conocedores del duro trayecto cogimos un ritmo suave que nos permitiera ir calentando en la fría mañana de Astorga. Hoy me juré que lo próximo que me compre para la bici será un calientaorejas. Ya se que suena tonto pero hoy casi se me helaron con el gélido aire matutino.
La salida de Astorga está bien señalizada. Rápidamente nos encontramos en un camino de grava que poco a poco fue cogiendo pendiente. Bellísimas las flechas que los peregrinos fueron improvisando con piedras rojas cada pocas decenas de metros.
De esta forma llegamos a una parte donde el camino discurria al lado de la carretera con las montañas al fondo como destino. Mientras el camino fue paralelo a la carretera fuimos por el asfalto para dosificar las fuerzas pero en cuanto se separó ligeramente nos lanzamos ansiosos a él. La ascensión en sí había comenzado. Como el perfil de la etapa asustaba desde un principio subimos con calma pero sin poner pie en tierra.Tras un km o dos encontramos otra vez la carretera con dos claras señales: a los bicigrinos les aconsejaban subir por el asfalto mientras el camino tradicional a pie continuaba de frente. Evidentemente no nos lo pensamos ni un segundo y seguimos por el camino. Poco a poco fueron apareciendo los pueblos que había leído tantas veces en la guía: El Ganso, Rabanal del Camino y Foncebadon (este último de gran belleza). Antes de que nos dieramos cuenta allí estaba la Cruz de Ferro, pequeña en dimensiones pero grande en significado. Nos encontrábamos en uno de los puntos más míticos del camino que antes de comenzar está aventura. La subida había sido mucho más fácil de lo esperado aunque eso no le resto magia al momento. Conocedores de la dificultad de la bajada Luis y yo acordamos hacerla por asfalto y camino respectivamente y vernos en Molinaseca. Así Luis emprendió la bajada por la carretera y yo me quedé un rato más charlando con otros peregrinos y disfustando del momento.
Cuando me dispuse a emprender la bajada comenzó mi víacrucis particular. Aunque antes de salir de Coruña había cargado las cámaras de líquido antipinchazos ahí estaba mi llanta trasera tocando el suelo. "Bueno, la Cruz de Ferro no me ha dado mucha suerte" pensé, pero aún no había nada más que comenzado la racha. Me dispuse a cambiar la cámara por la que había traído de repuesto también con líquido antipinchazos cuando vi sorprendido que estaba pegada a sí misma. Supongo que al meterle el líquido derrame algo por fuera y al traerla plegada se había quedado pegada. Intenté despegarla con cuidado pero sólo conseguí hacerle un 7.
Allí estaba yo con dos cámaras antipinchazos pinchadas. Había que parchear. Como soy previsor antes de salir de casa había comprado líquido de parches nuevo porque sabía que se estropea tras varios meses. Lo que no sabía es que los parches también se deben de estropear porque intenté parchear ambas cámaras sin resultado alguno. Aquí apareció en escena Jorge, un bicigrino madrileño al que le debo la salvación hoy. Amablente me ofreció sus parches (también de decathlon como los míos pero recién comprados) y con ellos parcheé una cámara sin problemas. Cuando vi que no perdía aire le agradeci la ayuda y le dije que ya no hacia falta que demorara más su viaje que ya podía terminar sólo la separación.
Eso creía yo pero no fue así. Mi bombin conseguía dar algo de presión pero llegado a un punto y por mucho que insistieras (sude mucho más aquí que en la subida) no conseguía llegar a la presión necesaria para circular con normalidad. Espere un rato a ver sí aparecía algún bicigrino para pedirle su bombin pero no hubo suerte. Decidí comenzar a bajar andando ya que parado me desesperaba. Para mi sorpresa y alegría al cabo de un km más o menos encontré otra vez a Jorge que había parado a conversar con otros peregrinos. Con su bombin (también de decathlon) conseguí darle presión a la rueda y decidimos hacer la bajada juntos.
Aquí un alto en la historia porque la bajada lo merece. En la guía ya la describian como muy dura y difícil para las bicis. Pues bien, ¡Se quedaban muy cortos! Es con mucho la bajada más impresionante y difícil técnicamente que he hecho y se la recomiendo a cualquier loco de la bicicleta de montaña (y recalco lo de loco).
Ahí estaba yo, después de 5 aburridos días de rectas y llanos ante un desafío de bajada. Está claro que acepte el reto y me lancé a por él. Tenía que ir constantemente parando para esperar por Jorge que bajaba a pie algunos usamos. Yo estaba gozando cada roca, cada grieta y en definitiva cada metro de bajada. Tanto que me olvide que no iba en mi Gary Fisher de doble suspensión sino en una semirígida con 12 kg en las alforjas y claro, sucedió lo que tenía que suceder, escalón brusco y silbido de aire saliendo a borbotones. Había rajado la cubierta y la cámara contra una piedra (cubierta que había comprado 2 días antes del viaje).
Y el tercer "ahí estaba yo" de este post. Ahí estaba yo en medio de la nada con una cubierta rajada y sin cámaras de repuesto. Había que ingeniarselas para poder llegar a Ponferrada que estaba a unos 15 km. Una vez más Jorge me dio sus parches y bombin. Para impedir que la cámara saliera por la raja de la cubierta cogí un block de notas que llevo que tiene las tapas de plástico y utilicé una de ellas para reforzar la parte interior de la cubierta donde estaba la raja. Así conseguí hinchar la rueda lo suficiente para ir con mucho cuidado hasta la carretera más cercana y seguir por ella hasta Ponferrada. Aquí me despedí de jorge y le di mi email para que me enviara unas fotos. Espero que me escriba porque le debo una cena sí viene por coruña.
Entre tanto Luis había llegado a Ponferrada y visto el castillo. Yo llegué al albergue sobre las 5 de la tarde. Tras ducharme fuimos a una tienda de bicis cercana con "modicos" precios que indican que no tiene competencia en el pueblo. Como no era momento de buscar alternativas pagué lo que me pedían por una cubierta, una cámara y unos parches y por fin pude volver a tener la bici en condiciones.
La Cruz de Ferro ha pasado. nuestra idea era haber llegado hoy hasta el Bierzo para atacar mañana la imponente subida al Cebreiro. Desgraciadamente con mis problemas nos hemos quedado a 40 km del comienzo de la subida así que mañana decidiremos sí hacemos la machada y afrontamos la subida tras esos 40 km o bien hacemos una minietapa hasta al Bierzo con lo que tendríamos que pasar toda el día en ese pequeño pueblo.
Aún tendría muchas conclusiones y sensaciones que contaros pero son las 22:50 y ya todo el mundo duerme en la sala. Mejor lo dejamos que mañana será otro día (y espero que con menos imprevistos).
Buenas noches y buen camino